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En el Barco con Pedro: Confiando en la Tormenta

  • itsbrisa
  • Nov 24, 2024
  • 2 min read

¿Alguna vez te has sentido como si estuvieras ahí mismo, en ese barco con Pedro y los discípulos, luchando contra el feroz viento? El corazón latiendo con fuerza, observando las olas levantarse y estrellarse a tu alrededor, preguntándote si tendrías la fe para salir del barco y caminar sobre el agua, como lo hizo Pedro. Leemos esa historia y nos preguntamos: ¿tendríamos ese nivel de confianza, esa disposición para obedecer el mandato de "ven"?


Imagino ese momento con claridad: el caos de la tormenta, los instintos humanos instándonos a entrar en pánico, a aferrarnos a lo que sea para sentirnos seguros. Pero en esos momentos se nos llama a algo más grande: a una fe que desafía la tormenta, a promesas que se mantienen firmes sin importar cuánto se tambalee el barco. En esos momentos, me encuentro extendiendo la mano, mi espíritu anhelando Su presencia estabilizadora. Me pregunto, ¿y si pudiera estar sobre esas olas, completamente firme en Él?


Con frecuencia, la tormenta se siente como una prueba de resistencia, una ola incesante de dudas, preguntas e incertidumbres que no nos deja tomar aliento. Me encuentro clamando: “Padre, ¿qué debo hacer ahora? ¿Hacia dónde me estás guiando?” ¿Es este momento el comienzo de la prueba o solo una pausa para respirar antes de la próxima ola? Cada pregunta tira de mi corazón, tentándome a alejarme de la fe y hundirme en el miedo.


La historia de Pedro resuena tan profundamente porque él no era solo un discípulo; era uno de nosotros, valiente y vulnerable al mismo tiempo. Se atrevió a clamar: “Señor, si eres Tú, mándame que vaya a Ti.” Pero incluso con esa valentía, la duda se coló y comenzó a hundirse. Me veo reflejado en ese momento: deseando confiar plenamente, pero tan fácilmente distraído por la tormenta a mi alrededor, mirando las olas en lugar de mantener mis ojos en Jesús.




Tal vez por eso estamos destinados a estar en este barco, esperando a que pase la tormenta, aprendiendo a fijar nuestra mirada en Él. Nos llama a ser firmes, a confiar en que Él es la Roca debajo de nosotros, inamovible ante las olas más feroces. Nuestra fe no se trata de aguas tranquilas; se trata de saber que Él está con nosotros en la tormenta.


En estos momentos, mientras atravieso la prueba, me arraigo en Él. Oro por la fuerza para mantenerme firme, para confiar plenamente. Pido ser como Pedro, dispuesto a salir del barco, confiando en que, incluso si tropiezo, Su mano estará ahí para levantarme de nuevo.


Y mientras esperamos en este barco, entre las olas y las pruebas, una verdad resuena por encima de todo: no es la tormenta lo que define nuestra fe, sino cómo respondemos a ella. Oro no solo por paz, sino por una confianza inquebrantable. Oro para escuchar Su voz por encima del ruido, para sentir Su presencia en cada desafío y para seguir donde Él me guíe.


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