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Soldier walking away from a dark space holding a cross over her back towards the light.jpg

Welcome, brave soldiers in the fight against spiritual warfare. Here at Reporting for duty

, we are dedicated to providing you with the navigation and tools you need to emerge victorious in your battles. Leaning on scripture and sharing my own experiences, I invite you to join us as we confront the demons together and find strength in our faith. Together, we will equip ourselves for the journey ahead and embrace the light that guides us.


Escritura: Romanos 8:31–38

Introducción: La Adoración es Más que una Canción

Cuando escuchas la palabra “adoración,” ¿qué viene a tu mente? Para muchos de nosotros, inmediatamente pensamos en cantar canciones en la iglesia. Pero la adoración es mucho más que música—es un estilo de vida.

Romanos 8:31-38 nos recuerda la profundidad del amor de Dios por nosotros, que nada puede separarnos de Él. La adoración es nuestra respuesta a ese amor. Hoy exploraremos qué es la adoración, por qué adoramos y cómo podemos vivir una vida de adoración cada día.

I. Qué es la Adoración y Por Qué Adoramos

➡ La adoración es una respuesta a quién es Dios.

  • La adoración consiste en darle a Dios nuestro amor y adoración. No se trata solo de lo que Él ha hecho por nosotros, sino de quién es Él.

  • La adoración es una conexión entre nuestro corazón y la presencia de Dios. Es un acto de entrega, un momento en el que declaramos que Él es el Señor de nuestras vidas.

  • Romanos 8:31-32 dice:


    “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”

Ilustración: Imagina escribir tres cartas de amor diferentes (una graciosa, una romántica y una dirigida a Dios). Si alguien las leyera, ¿podría identificar cuál es para Dios? La manera en que expresamos nuestro amor a Dios debe ser diferente—debe venir de un lugar profundo de reverencia, gratitud y devoción total.

Aplicación:

  • Tómate un momento para reflexionar: ¿Por qué adoras a Dios?

  • ¿Lo adoras solo cuando todo va bien o lo adoras por quién es Él, sin importar las circunstancias?

II. ¿Qué Significa la Adoración para Mí?

➡ La adoración es más que cantar—es un estilo de vida.

  • La adoración sucede cuando nos maravillamos de la gloria y la misericordia de Dios en nuestra vida diaria.

  • Cada vez que nos detenemos para honrar a Dios y lo ponemos por encima de todo, estamos adorando.

  • La adoración puede expresarse a través de:

    • Oración – Hablar con Dios durante el día.

    • Obediencia – Vivir de acuerdo con Su voluntad.

    • Servir a otros – Amar y dar desinteresadamente.

    • Gratitud – Reconocer Su bondad.

    • Música – Cantar canciones de alabanza y agradecimiento.

Romanos 8:38-39 nos recuerda que nada puede separarnos del amor de Dios. Si eso es verdad, entonces la adoración no debería limitarse solo a un momento en la iglesia—debería estar presente en todo lo que hacemos.

Aplicación:

  • Piensa en tu rutina diaria—¿en qué momentos puedes pausar y adorar a Dios?

  • ¿Cómo puedes expresar tu adoración de una manera única y personal?

III. ¿Y Ahora Qué? Llevando la Adoración Más Allá del Domingo

➡ La adoración comienza en el corazón.

  1. Empieza con el corazón.

    • La verdadera adoración comienza cuando reconocemos a Jesús como el Señor de nuestras vidas.

    • Pregúntate: ¿Quién es Jesús para mí?

    • Si Jesús es verdaderamente tu Salvador, tu adoración vendrá de un lugar de profundo amor y gratitud.

  2. La adoración sucede a diario.

    • No es solo para los domingos por la mañana; está en los pequeños momentos—cuando le das gracias a Dios por un nuevo día, cuando decides amar a otros, cuando confías en Él en tiempos difíciles.

    • La adoración se encuentra en nuestro trabajo, en nuestro descanso, en nuestras oraciones e incluso en la manera en que tratamos a las personas.

  3. Todos adoramos de manera diferente.

    • Algunos adoran a través de la música, otros a través del servicio, la escritura, o simplemente permaneciendo en silencio ante Dios.

    • Tu adoración debe ser auténtica—debe reflejar tu relación personal con Jesús.

Ilustración de Cierre: Cartas de Amor a Dios

Si te pidiera que escribieras una carta a Dios, ¿qué diría? ¿Estaría llena de peticiones? ¿O sería simplemente una carta de amor, diciéndole quién es Él para ti?

Tómate un momento hoy para escribir tu adoración—no basada en lo que Dios ha hecho por ti, sino simplemente por quién es Él.

 

 
 
 
  • itsbrisa
  • Feb 13
  • 3 min read


"The Darkness Lies”

We all believe in the victory over the war that rages within the mind. We tell ourselves we are strong—both in the flesh and in spirit—that we can overcome any challenge, any darkness that tries to take hold of us. It’s a comforting thought, a soothing lie we cling to. To surrender, even momentarily, seems to erase the very foundation of our beliefs. Yet, the truth is far more complex, and far more dangerous. We are not true warriors if we think we can fight this battle alone. In believing we are enough, we become naive to the deeper forces at play.

We invest in the illusion of winning because it gives us comfort. We need to believe that we can overcome our inner battles, that we can silence the demons that whisper in the dark corners of our minds. But comfort is a fleeting thing in the midst of a true war. Comfort is often the enemy itself, distracting us from the real work that needs to be done.

There comes a moment when the realm of darkness creeps into your peripheral vision. It’s subtle at first, a shadow lingering just outside the edge of awareness. But then, in an instant, it shifts. It no longer hides; it no longer waits. Suddenly, you are face-to-face with it. There is an active presence that begins to consume your peace, piece by piece. You can feel it wrapping around you, tightening its grip. It’s cold and sharp, like icy tendrils working their way into your soul.

This presence doesn’t need to shout to make itself known. Its voice is soft, but it cuts deep. Every word it speaks has edges, slicing through your defenses, tearing apart your sense of self. It doesn’t speak in sentences but in insinuations—small, poisonous thoughts that worm their way into your subconscious. "You're not good enough." "You’re failing." "You’ll never win this fight." These aren't just passing thoughts. They stick, they linger, they grow until they become truths you can’t shake.

And so begins the war, not in some grand battle of wills, but in the quiet spaces within your mind. The darkness caresses the subconscious, whispering lies that feel like truths. It doesn’t need to overpower you immediately. It simply plants seeds of doubt, of fear, and lets them grow. These seeds take root, and before you know it, they sprout into a tangled mess of despair, confusion, and self-doubt. You fight against it, but every blow you strike seems to strengthen it. You’re swinging at shadows, and it thrives on your frustration.

This war is more than just a mental battle—it’s spiritual. It’s a clash between light and darkness, good and evil, and you are caught in the middle. The demons you face are not just metaphorical; they are real forces, ones that seek to strip you of your hope, your faith, and your very identity. They don’t want to defeat you in one fell swoop. They want to wear you down, slowly, methodically, until you willingly surrender.

But here’s the harsh truth: to fight this war alone is impossible. The darkness is too vast, too cunning. It knows your weaknesses better than you do. It plays on every insecurity, every fear you’ve ever buried. You think you’re strong enough to withstand it, but that’s where the real deception lies. You can’t do it alone.

True warriors know when to call for reinforcements. True warriors know when to humble themselves and seek help beyond their own strength. This war isn’t won by physical might or sheer willpower. It’s won through surrender—surrender not to the darkness, but to something greater. To God, to grace, to a higher power that can fight the battles you were never meant to face on your own.

The darkness thrives on isolation. It wants you to believe you are alone, that no one understands, that no one can help you. But that’s the greatest lie of all. You are not alone in this fight. The moment you realize that, the moment you stop relying on your own strength, the war begins to shift.

This war is not fought with weapons or fists, but with faith, with surrender, and with the truth that you are not meant to bear this burden alone. Darkness will always try to find a way in, but it is not invincible. It’s a deception, a trick of the mind and spirit, and once you see through it, once you call on something greater than yourself, its power begins to wane.

The demons may be strong, but they are not unbeatable. The real battle is learning when to fight and when to lay down your arms, to let go of the illusion of control. Only then can you find the peace you’re searching for. Only then can you win the war within.


 



 
 
 

ses principales, cada una desempeñando un papel clave en cómo percibimos y respondemos al mundo: la fase de programación subconsciente (0-7 años) y la fase de desarrollo consciente (a partir de los 7 años). Estas etapas moldean nuestro bienestar psicológico, emocional y espiritual, y el trauma puede impactarlas significativamente. Exploremos estas fases a través de una narrativa ilustrativa que revela el poder de las experiencias tempranas y el camino hacia la sanación.

La fase de programación subconsciente (0-7 años)

Imagina la mente de un niño como un lienzo en blanco, completamente abierto y listo para absorber el mundo. Desde el nacimiento hasta aproximadamente los siete años, el cerebro opera principalmente en ondas theta, un estado similar a la hipnosis. Durante esta fase, la mente subconsciente actúa como una grabadora, absorbiendo todo sin cuestionar: el tono de voz de un padre, la tensión no expresada en un hogar y la presencia o ausencia de amor.



"Fase de programación subconsciente: Los años formativos en los que la mente absorbe experiencias a través de las ondas theta."

Una historia de huellas tempranas

Imagina a un niño llamado Liam, creciendo en un hogar donde el enojo es una constante. La voz elevada de su padre se convierte en un detonante, incrustando la creencia de que el conflicto es peligroso. Liam aprende a andar de puntillas alrededor de las emociones de los demás, interiorizando un mensaje subconsciente: Mantente pequeño. No llames la atención. Es más seguro así.

Para Liam, estos primeros años son formativos. La mente subconsciente no pregunta por qué—simplemente absorbe. Cuando Liam experimenta traumas como el abandono o el abuso verbal, su cerebro se adapta sobreactivando su amígdala (el centro del miedo). Se vuelve hipervigilante, siempre escaneando en busca de amenazas potenciales, y este patrón se imprime profundamente en su subconsciente.

Los pastizales del subconsciente

En esta fase, los niños están en sus “pastizales verdes,” pero estos campos pueden ser fértiles de amor o estar ensombrecidos por el miedo. El trauma durante esta etapa a menudo crea efectos a largo plazo:

  • Creencias centrales: “No soy digno” o “No estoy seguro.”

  • Desregulación emocional: Dificultad para procesar el miedo, la tristeza o el enojo.

  • Heridas de apego: Problemas de confianza o una dependencia excesiva en otros para validación.

Para Liam, estas experiencias tempranas sientan las bases de cómo responderá al mundo como adulto.

La fase de desarrollo consciente (a partir de los 7 años)

Alrededor de los siete años, ocurre un cambio. El niño comienza a operar más en ondas beta, asociadas con el pensamiento lógico y la reflexión crítica. Esta es la edad de preguntar por qué y comenzar a entender las consecuencias.



"Fase de desarrollo consciente: La transición al pensamiento crítico y la reflexión lógica a medida que las ondas beta toman el control."

Un viaje hacia la consciencia

Cuando Liam llega a la adolescencia, comienza a notar cómo los patrones de su infancia lo influyen. Evita los conflictos a toda costa, incluso en situaciones donde defenderse es necesario. Tiene dificultades para formar amistades cercanas, a menudo sintiéndose desconectado o desconfiado de las intenciones de los demás.

La programación subconsciente de los primeros años de Liam sigue influyendo en sus elecciones, incluso cuando su mente consciente se desarrolla más. Reconoce que sus reacciones—evitar confrontaciones, sentirse ansioso en las relaciones—no se alinean con su comprensión lógica del mundo. Pero el subconsciente opera bajo la superficie, a menudo anulando el pensamiento consciente.

El impacto del trauma en la mente consciente

Para personas como Liam, los traumas no resueltos de la infancia a menudo se manifiestan en la adultez como:

  • Hipervigilancia: Un estado constante de alerta, esperando peligro incluso en entornos seguros.

  • Desencadenantes emocionales: Eventos aparentemente pequeños, como un tono brusco, pueden evocar miedo o enojo abrumadores.

  • Autosabotaje: Creencias subconscientes sobre la falta de valía pueden conducir a comportamientos que dificultan el éxito o la felicidad.

Liam lucha por reconciliar estas dos partes de su mente: el subconsciente, moldeado por el miedo, y el consciente, que busca crecimiento y conexión.

Sanando la división: Uniendo la mente subconsciente y consciente

El camino hacia la sanación implica reconocer la división entre estas dos fases del desarrollo y encontrar formas de integrarlas. Para Liam, esto significa comprender que los patrones de su infancia no son su culpa, pero sí son su responsabilidad sanarlos.

Reprogramación del subconsciente

A través de prácticas como la meditación, la hipnoterapia y el trabajo con el niño interior, Liam comienza a reescribir las creencias arraigadas en su mente subconsciente. Aprende a desafiar las narrativas basadas en el miedo que han moldeado sus reacciones durante tanto tiempo.

Por ejemplo, durante una meditación guiada, Liam se imagina a sí mismo como el niño pequeño que se escondía del conflicto. Suavemente le asegura a ese niño: Ahora estás a salvo. Eres amado. Con el tiempo, esta práctica le permite reemplazar sentimientos de miedo con seguridad y aceptación.

Integración mente-cuerpo

El trauma a menudo desconecta a las personas de sus cuerpos, dejándolas sintiéndose entumecidas o disociadas. Liam comienza a practicar yoga y meditación consciente, que lo ayudan a reconectarse con su cuerpo y sus emociones. Estas prácticas calman su sistema nervioso, reduciendo la respuesta de lucha o huida que ha dominado su vida.

El papel de la espiritualidad

Liam también encuentra fortaleza en la espiritualidad, viendo su camino de sanación como una vía hacia una conexión más profunda con lo divino. El concepto de ser guiado “junto a aguas tranquilas” resuena con él, recordándole buscar momentos de calma y claridad incluso en medio de las tormentas de la vida.

Conclusión: Un tapiz de sanación y crecimiento

El desarrollo humano es un viaje moldeado por las fases subconscientes y conscientes. Los primeros años crean una base, pero las experiencias de trauma y sanación tejen el intrincado tapiz de la vida de una persona. Para Liam—y para todos nosotros—el camino hacia la plenitud implica cerrar la brecha entre estos dos mundos.

A través de la consciencia, la práctica y la fe, el subconsciente puede reprogramarse, permitiéndonos vivir una vida de paz, propósito y conexión. Las cicatrices del trauma pueden permanecer, pero ya no nos definen. En cambio, se convierten en hilos en la gran historia de nuestro crecimiento y transformación.

 

 
 
 
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